domingo, 22 de febrero de 2009

Domingo por la mañana

7 de la mañana. Lluvia torrencial en Baires. Salgo del boliche y en la parada del 150 me pongo a charlar con un desconocido. Nos contamos cosas básicas de nuestra vida... Él me contó que salía de bailar, iba para su casa sin sus amigos, tenía una hija y estaba de licencia en el trabajo por una luxación de hombro y rotura del ligamento acromio clavicular. Lo miré como diciendo "A ese lo conozco!", y me dice "Ah cierto que vos sos médica!!" Es muy tierno cuando la gente me da el título con años de anticipación :P

Tras la cortina de agua asoma el 150. Me despido del amigo, le deseo suerte con su hombro y me voy.

En el bondi me pongo a charlar de la vida nuevamente con un desconocido que me había querido chamuyar tragos de por medio. Ahora mucho más tranquilos, intercambiamos sensaciones sobre el pasar actual. Me contó que era del interior, que tenía el título de chef sin laburo por el momento y estaba pasando por un momento de decisiones: volver al pueblo natal o quedarse en la capital. Yo le compartí uno de mis problemas existenciales y quedamos a mano. Casi se olvida de bajar, chau amigo y seguí mi viaje solitaria hasta casa.

Dos personajes anónimos esta mañana renovaron mi amor por la palabra hablada. Todos tenemos alguna historia que contar y buscamos alguien que nos escuche, aunque sea un ratito.


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