martes, 24 de mayo de 2011

Déjà vu


Puso una mano sobre su pecho, como intentando frenar lo que venía. Esa vieja sensación tan cruda y familiar a la vez.
Inspiró profundo, ahogó un suspiro pero ya era tarde. Pesadas lágrimas brotaron sin censura e inundaron su rostro aún impávido, inexpresivo.
No entendía el torbellino de cosas que la apabullaban. No entendía cómo esto había vuelto a suceder frente a sus ojos sin que lo notara.
Pensó en que lo diría la gente o mejor dicho en lo que pensaría la gente… “Pobre, no puedo creer que le haya sucedido de nuevo…”
Si ellos no lo podían creer ¿qué quedaba para ella?

Repasó los hechos en su mente, temiendo llegar a la conclusión de siempre. Claramente, esta fue una situación más en la que creyó que con los mismos elementos alineados de la misma manera podía llegar a obtener resultados diferentes. Detestaba recordar esos instantes en los que la lógica no la acompañaba.

Sonó la campana de la iglesia aledaña y fue como un llamado de la rutina queriendo seguir su curso…
Intentó despertar de su letargo pensando en todas las cosas importantes que tenía por hacer y las prioridades lentamente se ordenaron en su mente.

El desasosiego era el mismo: clásico, difuso, indescriptible…  pero ahora estaba acompañado por un optimismo creciente que, tan familiarmente, le daba la energía justa para seguir en pie y continuar buscando el anhelado cambio… una vez más…

lunes, 9 de mayo de 2011

Animarse a estar mejor

Gracias a toda la variedad de situaciones que nos presenta la vida, nos vamos adaptando a cierto nivel de dificultad en el camino. Aprendemos lentamente a superar los obstáculos y si tenemos suerte, lograremos alcanzar un equilibrio para poder sentirnos bien. 
Pero muchas veces, es tal la costumbre y la comodidad que hemos generado que nos olvidamos de seguir buscando más allá... No es malo llegar al descanso y parar a recuperar el aliento, mientras que podamos volver a arrancar. 


El desafío está no solo en estar bien sino en animarse a estar aún mejor. 


No es sencillo salir del placer de la rutina, plana y conocida para dar el primer paso hacia lo desconocido, hacia eso que nos hace vulnerables al fracaso. Muchas veces no nos damos cuenta el grado de comodidad que generamos aun sintiéndonos mal ¡Cuántas veces nos hemos sentado a llorar y patalear sobre la miseria que uno mismo perpetúa!...  

Quien tenga la fortaleza y el empuje para salir de su molde, por más poco práctico que resulte, tendrá como recompensa muchos nuevos horizontes para conquistar.