martes, 11 de noviembre de 2008

Ser bueno hasta que duela

Yo crecí con personas que son demasiado buenas. Mis viejos realmente merecen, mínimo, un reconocimiento por su paciencia y dedicación hacia el prójimo. Sin embargo, llega un punto en que esto es contraproducente.

El ser humano no es bueno por naturaleza. La sociedad lo invita, si no es que lo obliga, a ser bueno. Nos educan para que seamos buenos con los demás. Nos prometen el cielo si cumplimos y nos condenan al infierno en caso de desobedecer.

Gente como mis viejos, que parecen llevar la generosidad en lo genes, es víctima del lado filoso de la bondad.

Hasta qué punto esta actitud es beneficiosa? Y desde que punto empieza a ser perjudicial para uno y quienes lo rodean?

Ser excesivamente bueno te quema la cabeza. La sonrisa constante, el "sí, esta bien, gracias" y el "bueno, no hay problema" se tornan insoportables con el paso de las horas.
En lugar de rajar una puteada en el momento justo, nos callamos la boca y asentimos. Cuánto tiempo se puede soportar así?

El problema mayor surge cuando el enojo estalla. Porque nunca ocurre con la persona indicada. Siempre la liga quien menos lo merece y el mal humor se esparce. Hoy me pasó eso y me saturó.


Así que, previniendo estas escenas innecesarias, constato que...

No es de mala persona decir NO. Es necesario conocer el límite de cada uno a la hora de hacer favores. Es estrictamente necesario mandar a la gente al carajo en cuanto lo amerite, o en su defecto, cuando uno lo sienta conveniente. Y esta bueno no hacer el bien a pesar de uno... Las buenas acciones deberían disfrutarse y no sufrirse.