lunes, 31 de agosto de 2009

Un poco de ficción...

Aún con la música a todo volumen, se podía oír ese silencio extraño dentro de la casa. Apenas habían pasado un par de horas desde la partida de la familia y sin embargo, la soledad ya se había apoderado de todo el lugar.
La luz del sol se filtraba por los marcos de puertas y ventanas. El calor de la tarde me obligaba a mantener todo cerrado y eso no ayudaba.

Lila husmeó la puerta de la habitación paterna con insistencia, logrando captar mi atención. Quise ignorarla pero el resoplido de su hocico contra la madera se hacia cada vez más intenso. Abrí con violencia y me alejé como esperando una embestida. Nada ocurrió. El cuarto estaba intacto como lo habían dejado. El gran ventanal daba paso a la luz que hacía brillar las paredes recién pintadas y enceguecía la vista. Nada extraño, nada inusual.
Decidí ocupar mi mente en otros asuntos, tomé un apunte de la facultad y me senté a leer en el living.

La música empezó a perturbarme pero la sola idea de apagarla me generaba escalofríos. Intenté ir a mi pieza pero me topé con Lila, esta vez echada frente a la puerta abierta de la habitación paterna, mirando fijo un rincón.
Con algo de temor miré hacia adentro y era simplemente un rincón. Lila continuó observando la nada durante largos minutos antes de que me animara a hacer algún movimiento. Crucé por delante y nada. La moví, pero sus ojos seguían compenetrados en ese punto.
Lentamente noté como la cortina blanca que tapizaba aquella esquina comenzó a ondearse... pero sin viento alguno. La onda se desplazó hacia el otro lado del ventanal junto con nuestras miradas absortas. Un aire invernal pareció avalanzarse sobre mí, como un remolino frío que nació de la nada y así mismo despareció.

Me detuve a observar por unos segundos... nada más se movió en esa habitación. Todo volvió a su aparente calma...

Sólo que la mirada aguda y penetrante de Lila, ahora estaba justo sobre mí...

jueves, 27 de agosto de 2009

El miedo y todos sus amigos


Muchos animales han sido usados y torturados en nombre de la ciencia para llegar a interesantes teorías como la del condicionamiento clásico, gracias al perro de Pavlov y la del condicionamiento operante, gracias a las ratitas de Skinner, entre otros. (No tenés idea de que hablo? Clickeá aquí y aquí!)

Siguiendo la misma línea encontramos al primo hermano de aquellos: el condicionamiento por miedo. Algún cruel pero inspirado científico puso a las pobres ratitas en una jaula electrificada y fue asociando shocks eléctricos con luces o sonidos intensos segundos previos a este. Así logró que la rata se comportara de la misma forma ante el shock que ante las luces/sonidos previos sin necesidad de la descarga eléctrica. En conclusión, asoció un estimulo inocuo a un evento desagradable logrando la misma reacción ante cualquiera de los dos. La inocente rata no tenía más opción que paralizarse y pedir piedad, ya que sus posibilidades de atacar o huir se veían bastante escasas.

Lamentablemente nuestros cerebros tan desarrollados no reaccionan de forma muy distinta al de la rata ante el miedo.
Lo queramos o no, el miedo nos condiciona a pobres respuestas casi instintivas: atacar, paralizarnos o huir. Muchas veces intentamos dominarlo pero inconcientemente volvemos al mismo patrón de acción.

Lo malo de todo esto es que muchas veces, como la pobre ratita, nos paralizamos, huimos o atacamos ante situaciones inofensivas o hasta agradables, pero que tienen una mínima semejanza con el momento hostil previamente experimentado. Básico mecanismo de defensa ante posibles injurias pero obstaculizante para emprender nuevas aventuras.

Un ejemplo sencillito y de alpargatas: Nuevo chongo. La pasamos bien, nos divertimos. Apenas se empieza a despertar el interés... zas! Empieza a sonar la alarma! Las luces se prenden! y casi como esperando el shock... me paralizo, ataco y huyo! Por qué? Porque ese mismo interés en el pasado provocó que me electrocutara de lo lindo. Y mi instinto de conservación dice: Nunca más! Game over para mi nuevo chongo. :(

Si nos quemamos con leche... no es culpa de la pobre vaca!!!! :P



Es tarde y mañana curso, así que finalmente me pregunto...


Habrá alguna forma de luchar contra ese impulso primitivo? Lograremos sobreponernos al condicionamiento del miedo?