lunes, 9 de septiembre de 2013

Despertares

Si tenés suerte, un día te despertás y decis: “Uy, estoy viviendo”…

Notas que estás viviendo una vida, que se supone que es tuya pero…  ¿Quién sos vos?
Y ahí viene la introspección y el encuentro con uno mismo, tan grato, tan estimulante. Degustamos todo con otros sentidos y encontramos placeres y angustias, amores y odios. Encontramos un refugio en nuestro ser cuando la vorágine del día se detiene y las luces de la noche dejan de encandilarnos. Podemos empezar a respondernos algunas cosas y preguntarnos miles de otras. El trabajo interno es intenso y nunca cesa. Es importante que así sea para poder salir.

Si nuevamente tenés suerte, levantas la cabeza, mirás a tu alrededor y te sentís lleno, lleno de algo inexplicable que te genera sosiego y alegría pero no te alcanza, querés dar un paso más para que la felicidad sea plena y ahí encontrás el quid de la cuestión. El fin de la introspección y del autoconocimiento está en saber que queremos y necesitamos encontrarnos, conocernos, compartir con esos tantos otros que transitan sus vidas igual que nosotros. La riqueza está en vivir acompañándonos, dando y recibiendo eso que creamos con cariño desde adentro, cada vez que se pueda.


Vivir el adentro y compartir hacia afuera; nunca uno sin el otro. 

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