Nacer y vivir en sociedad implica aprender y adoptar ciertas convenciones que a la larga vamos adoptando como propias. Tan propias las hacemos que muchas veces es imposible desarraigarse de ellas. Actuamos y generamos necesidades en base a ellas.
Estas normas sociales aparentan darnos un parámetro del éxito que estamos teniendo en nuestros emprendimientos y eso debería ser suficiente para que uno se sienta satisfecho.
Sin embargo, como en todo aspecto vital, la teoría difiere enormemente de la realidad.
¿Qué sucede cuando lo que queremos hacer o lo que nos sucede inevitablemente en la vida no se acomoda dentro de los rangos de éxito que manejamos? ¿Qué pasa cuando algo que nos hace bien a nosotros no es aprobado por la mirada ajena por no ser convencional? ¿Somos capaces de establecer nuestros propios parámetros y llevarlos a la práctica?
Parece casi imposible desterrar esas ideas que nos inculcan desde que nacemos. Intentamos y muchas veces terminamos sucumbiendo una vez más ante el estatus ya ganado y tantas veces indiscutido de estas premisas sociales.
La felicidad individual, tan subjetiva como es, difícilmente pueda ser abordada partiendo de las arbitrarias reglas colectivas.
1 comentario:
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. La vida es tránsito,transitamos en ella, viviendo, aprendiendo, observando que sucede a nuestro alrededor.Si algo no anda bien en la nuestra,o no estamos satisfechos,siempre hay tiempo de tomar el timón e introducir cambios.Sin culpas propias o ajenas, se puede comenzar paso a paso el camino para aprender a encontrarle el sentido,siendo feliz.
Uno mismo debe encontrar sus propios parámetros, siendo individual estando dentro de lo colectivo.Si nos sacamos muchas mochilas innecesarias,llevando lo realmente importante,haremos más simple nuestra vida.El éxito a veces se alcanza con el solo hecho de participar en la carrera aunque ésta no se gane. No hay tiempo para frustraciones, en quienes saben que quieren, donde lo buscan, y que esperar del otro.
Saludos.
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